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GRUPO Nº 1 : EL FERROCARRIL TRASANDINO
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GRUPO Nº 1 : EL FERROCARRIL TRASANDINO
En el siglo XIX
el ferrocarril fue símbolo de progreso en el mundo. Los países sudamericanos,
conscientes de este adelanto tecnológico, procedieron a construir líneas
férreas para comunicar sus ciudades, los centros productivos y los puertos,
facilitando el transporte de pasajeros y de carga. En la medida que avanzaron
las redes ferroviarias, resultó evidente la posibilidad que ofrecía el
ferrocarril para comunicar e integrar a las naciones vecinas.
El proyecto más
emblemático de este periodo fue el del ferrocarril trasandino, proyectado para
conectar las redes ferroviarias de Chile con las argentinas a través de una
línea férrea que atravesaría la Cordillera de los Andes, uniendo el Océano
Pacífico con el Atlántico. La idea de construir un ferrocarril trasandino
sedujo a líderes políticos y empresarios de ambos países. Así, se impuso el
proyecto presentado por los hermanos Clark a los gobiernos de Argentina y Chile
a principios de 1870. Se trataba de la construcción de una línea que uniría la
ciudad chilena de Los Andes con la ciudad de Mendoza en Argentina.
Una vez obtenida
la concesión para la construcción y explotación del ferrocarril trasandino, los
hermanos Clark tuvieron que enfrentar numerosos inconvenientes, los que
retardaron los inicios de las obras hasta 1887 por el lado argentino, y 1889
por el lado chileno. Su construcción fue una verdadera epopeya, tanto por las
dificultades que ofrecía la cordillera, como por los problemas de
financiamiento y trastornos políticos ocurridos en ambos países. Sin embargo,
la obra continuó su marcha, siendo inaugurada para el centenario de ambas
repúblicas, en abril de 1910.
Las operaciones
del ferrocarril trasandino fueron realizadas por dos empresas privadas
distintas: una del lado argentino, denominada F.C. Pacífico, y otra del
chileno, The Chilean Trasandine Railway Company, lo cual hizo muy engorrosa su
administración y rentabilidad. A pesar de ello, desde el punto de vista del
transporte de carga y el tránsito de pasajeros, fue un éxito, pues se estimó
que en sus primeras dos décadas de operaciones tuvo un promedio anual de
100.000 pasajeros y una carga total de aproximadamente 25.000 toneladas.
Tan auspicioso
desarrollo se vería frustrado al comenzar la década de 1930. Además de las
dificultades financieras derivadas de las Gran Depresión, que disminuyó el
transporte de carga y pasajeros, un aluvión en el lado argentino destruyó la
infraestructura del ferrocarril en 1934, volviéndolo intransitable por más de
diez años, ante la falta de inversiones de los administradores privados. Esta
situación llevó a los gobiernos de ambos países a estatizar el ferrocarril y
realizar las inversiones necesarias para volver a ponerlo en operación en 1944.
Bajo la
administración estatal el ferrocarril trasandino modernizó su infraestructura y
reanudó sus operaciones de carga y pasajeros. Sin embargo, a partir de 1978 el
conflicto del Beagle tensó las relaciones diplomáticas entre las naciones
vecinas, afectando las operaciones del ferrocarril hasta tal punto que en 1979
se clausuró el servicio de pasajeros, sobreviviendo solo el de carga hasta
1984. Durante este año, un alud ocurrido en el lado chileno destruyó parte de
la vía férrea. Desde entonces el ferrocarril trasandino no ha reanudado su
funcionamiento y continúa paralizado.
GRUPO Nº 2. LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE LOS ANDES
El cáñamo tuvo un pasado glorioso en
Chile. Fue una industria pujante por la importancia de la fibra, sobre todo en
el ámbito naval. Un barco de cuarenta cañones requería casi sesenta toneladas
de cuerdas, lo que implicaba varias hectáreas de cultivo. La semilla también
tuvo importancia: se usó como alimento para pájaros y para fabricar aceite. Ese
aceite, a su vez, tuvo muchos usos, entre ellos el de combustible para motores.
No hay que olvidar el uso más doméstico del cañamo como calzado: las celebradas
alpargatas.
En el siglo XIX Chile se debatió entre la
minería y la agricultura, casi siempre con triunfo de la minería, que se llevó
la mayor parte de la mano de obra. Por su parte, los agricultores se debatían
entre los cereales y el cáñamo, pero la fiebre del oro en California inclinó la
balanza a favor del cereal. Más tarde se masificó el cultivo de la vid.
Hubo que esperar hasta el siglo XX para que la industria del cáñamo volviera a tener éxito. Un factor fue que la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo prohibió la importación de sacos. Por su parte, en EE.UU. se prohibió el cultivo de cáñamo, aunque con la segunda guerra mundial se vuelve a autorizar debido a su importancia militar. Incluso se filmó una película que es a la vez propaganda y manual de cultivo del cáñamo: Hemp for the Victory.
Hubo que esperar hasta el siglo XX para que la industria del cáñamo volviera a tener éxito. Un factor fue que la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo prohibió la importación de sacos. Por su parte, en EE.UU. se prohibió el cultivo de cáñamo, aunque con la segunda guerra mundial se vuelve a autorizar debido a su importancia militar. Incluso se filmó una película que es a la vez propaganda y manual de cultivo del cáñamo: Hemp for the Victory.
La sociedad industrial Los Andes (SILA)
fue una industria icono en Los Andes, fue fundada en 1903, denominada fábrica
de jarcias, la Sociedad industrial Los Andes de don Manuel Pereda, dedicada a
la elaboración de sogas y otros productos del cáñamo.
Esta industria estaba ubicada al lado
nor-poniente del actual Cementerio Parroquial de Papudo Norte y para sus
trabajadores se construyeron varias poblaciones, siendo la principal, la
ubicada al lado de la misma industria.
Esta población llego a tener escuelas (la
escuela nº 12), Capilla y negocios y se
llamaba Población del Central también, a su alero, nació el Club Deportivo SILA
con gran participación en los campeonatos locales.
El año 1972 la empresa fue intervenida por
la CORA (Comisión de Reforma Agraria)
durante el gobierno de S. Allende y en el año 1981 cerró definitivamente
dando paso a productos mas modernos basado en plástico.
Desde Chile se exportaron casi 205 mil quintales de fibra y otros tantos de semillas. Se estiman en 20.340 las hectáreas cultivadas con la planta, que algunos llamaban “oro verde”.
Desde Chile se exportaron casi 205 mil quintales de fibra y otros tantos de semillas. Se estiman en 20.340 las hectáreas cultivadas con la planta, que algunos llamaban “oro verde”.
Chile y el valle de Aconcagua eran uno de
los principales productores del mundo. El éxito duró poco: en EE.UU. la
prohibición se reinstauró y Chile adhirió a la Convención única de
Estupefacientes en 1972. Sin embargo, la empresa cañamera SILA (Soc. Industrial
Los Andes) continuó algunos años. Con el golpe de Estado se nombra un
interventor militar y la empresa quiebra en 1975.
FUENTE:
GRUPO Nº 3: La Molinera Aconcagua
Los molinos cumplieron una significativa función
social porque prestaban servicios a los agricultores pequeños, medianos y
grandes de su zona de influencia. Los vecinos llevaban el trigo al molino para
obtener la harina y pagaban en especie, con un porcentaje llamado maquila. Este
concepto acentuaba la función social del molino, al ofrecer servicio directo a
los campesinos.
El molino harinero cumplió un papel significativo en el Chile colonial.
Esta lejana capitanía del sur, con su escasa población (inferior hacia 1810 a
500 000 personas), se convirtió en un notable polo molinero. Hacia el final del
periodo colonial había cerca de 700 molinos en Chile, y superaron los 1 200 en
1843. Estas cifras representan niveles muy altos respecto al resto de América
Latina.
La gran cantidad de molinos guardaba relación con la relevancia
que tuvo el trigo en la economía chilena. Por su clima templado y temprana
organización sociopolítica e institucional, Chile fue el mayor productor de
trigo de América del Sur desde mediados del siglo xvi hasta bien entrada la segunda mitad del siglo xix. Parte de esa producción se
exportaba al virreinato de Perú, cuyas tierras se destinaban principalmente a
la caña de azúcar. El trigo servía también para abastecer el mercado interno,
lo cual alentó la construcción de molinos hidráulicos en zonas desvinculadas
con la economía de exportación.
A diferencia de aquellas regiones en que se usaron molinos de
viento y molinos de sangre (tahonas), en Chile se difundieron los molinos
hidráulicos de rodezno. La fuerza utilizada provenía de los ríos que nacían en
la cordillera de los Andes y desembocaban en el Pacífico. Las fuertes
pendientes del terreno facilitaron el aprovechamiento de la fuerza del agua
para mover los molinos. Para ello se aprovecharon las acequias prehispánicas
–allí donde existían– o se construyeron canales dirigidos a proveer la fuerza
hidráulica a los molineros. De este modo los chilenos lograron convertir una
debilidad (su accidentada geografía, que impedía disponer de caminos
carreteros) en una fortaleza: la energía abundante para mover sus molinos.
FUENTE: